La situación en el complejo hidroeléctrico Paute es crítica, según constató un equipo de Ecuavisa que recorrió las tres centrales que lo componen. Este jueves 24 de octubre, la ausencia de lluvias agravó el panorama, con niveles de agua descendiendo peligrosamente. En la central Mazar, por ejemplo, el nivel se encuentra a solo un metro de colapsar, lo que podría afectar seriamente el suministro de energía.
La jornada amaneció con cielos despejados en la zona del complejo hidroeléctrico, lo cual no es una buena señal. La falta de lluvias significa que el caudal del río Paute sigue disminuyendo. Mientras el flujo óptimo es de 141 metros cúbicos por segundo, este jueves apenas alcanzó los 26 m³/s, una cifra alarmante que refleja la severidad de la sequía.
Durante el recorrido, Ecuavisa pudo observar que el agua debería estar alcanzando una zona donde comienza la vegetación, algo que no ocurrió. En Mazar, el nivel mínimo de operación es de 2 115 metros sobre el nivel del mar, pero este jueves se registró en 2 111 metros. Si el nivel desciende solo un metro más, se perdería una de las dos turbinas de la central, según advirtió el Operador Nacional de Electricidad (Cenace).
La gravedad en Mazar impacta directamente a Paute Molino, ubicada a 30 kilómetros de distancia. Esta central se alimenta del agua que proviene de Mazar, y actualmente su embalse, la represa Daniel Palacios, se encuentra a solo cuatro metros del nivel mínimo requerido para operar. Como resultado, Paute Molino solo está generando la mitad de su capacidad, que es de 1 100 megavatios.
Los problemas no terminan ahí, pues también afectan a la central más alejada, Sopladora. Esta necesita el caudal de Paute Molino para funcionar, pero actualmente solo recibe 60 m³/s de los 150 m³/s necesarios. Además, la cota está a dos metros de su nivel mínimo, lo que limita su operación.
A pesar del agotamiento de las reservas de agua y de los riesgos evidentes, el Gobierno ha mantenido en funcionamiento tanto Paute Molino como Sopladora sin descanso desde el 15 de octubre. La pregunta que surge es: ¿por cuánto tiempo más podrán sostener estas operaciones antes de que el sistema colapse?