500 años de la muerte de Da Vinci con un mechón buscan indagar en su obra

Es 2 de mayo de 1519. Leonardo da Vinci ha muerto en la mansión francesa de Cloux (hoy Clous Lucé), al servicio del rey Francisco I, en Francia.

Diecisiete días antes había dictado testamento y dado órdenes sobre cómo debía ser su velorio.

Quiere que su cuerpo sea llevado en procesión, que se digan por él tres misas mayores y 30 menores, que se repartan 18 kilos de cera para alumbrar con cirios las iglesias y que, para su funeral, haya 70 velones llevados por 70 pobres a los que se pagará por tal efecto.

Quiere que sus restos se queden en la iglesia del palacio de Saint-Florentin de Amboise.

Las guerras que han existido durante todos los tiempos dejaron en mal estado el templo, en el que el autor de La Gioconda, que se aventuró a diseñar el primer traje para conocer el fondo del mar, quiso descansar.

A principios del siglo XIX la iglesia se encontraba en ruinas, el nuevo propietario del edificio, tras la Revolución Francesa, hizo derruir las partes en peor estado y la localización del enterramiento se perdió por completo.

Los restos de Da Vinci se perdieron. Cinco siglos después de la muerte de un artista casi sobrenatural, un proyecto de ADN busca comparar los perfiles de ADN de la tumba con los de sus familiares conocidos y descendientes para determinar de manera concluyente si los restos encontrados en el castillo de Amboise pertenecen realmente al genio renacentista.

La semana en que se cumplieron 500 años de la muerte de Da Vinci miembros del equipo de investigación presentaron un manojo de pelos adheridos a una billetera.

El objeto fue entregado por un coleccionista anónimo de Estados Unidos.

Consideran que esa veintena de pelos claros les servirán para cotejar su ADN con el de su selección de presuntos descendientes, además de comprobar la autoría de los restos de Da Vinci, la iniciativa persigue analizar las muestras obtenidas de colecciones públicas y privadas de otras obras de arte del Renacimiento, investigando, por ejemplo, la flora microbiana presente en los lienzos envejecidos.

Los investigadores buscan obtener datos de su fisonomía, lo cual permite crear imágenes tridimensionales del genio renacentista y traer a Leonardo da Vinci al presente. (El Telégrafo)

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