Animales de compañía no podrán ingresar a áreas naturales dentro de Quito

La presencia de los perros tiene un impacto directo en los ecosistemas de las áreas naturales. Esta es la razón por la que muchas administraciones prohíben su entrada a parques nacionales y reservas.

Lugares como el Guagua Pichincha y el Ruco Pichincha son dos zonas frecuentemente visitadas por personas y sus mascotas. La fauna nativa de este ecosistema consiste en curiquingues, zorros de páramo, osos de anteojos, cóndores, liebres, venados y otras especies que viven en equilibrio en el páramo.

En los próximos dos meses se instalará señalética donde se indique que los perros no pueden ingresar a la reserva. Esto con el fin de precautelar la fauna silvestre del lugar, dijo Gerson Arias, director de desarrollo encargado de Quito Turismo.

«El momento en que llevas un animal doméstico, obviamente por costumbre, por su naturaleza va a marcar territorio. Va a orinarse en cada esquina porque huele diferente y eso es un impacto sumamente grande para un zorro o para un conejo», indica Sebastián Almeida, especialista de investigación y desarrollo rural de Quito Turismo.

Los funcionarios indican que la sola presencia del perro en el páramo obliga a otras especies como el zorro o la liebre a migrar o huir para protegerse de un potencial depredador. Otro problema es la contaminación auditiva. «No solo para los animales, sino para las personas que buscan ir a la montaña por el silencio», dice Almeida.

Algunas aves pueden ser perturbadas por el ruido y abandonar los nidos. Un estudio publicado en la revista Biology Letters en 2007 hizo una comparación entre áreas donde se permitía pasear con perros y zonas donde esta práctica estaba prohibida. La conclusión fue que estos animales causaban una reducción del 41% en el número de aves presentes y un 35% en la diversidad de especies. También hay una preocupación importante por la posible diseminación de enfermedades.

«Hay muchas personas que no tienen la costumbre de recoger las heces de sus mascotas y un zorro por curiosidad puede comérselas. Si el perro tuvo o tiene una infección o una enfermedad se produce un problema en el ciclo alimenticio de las especies silvestres», apunta Arias. Las medidas son parte de esfuerzos que se están tomando para dar más protección a las reservas y a sus visitantes.

227 personas se perdieron en el Ruco Pichincha durante el 2017 y las autoridades buscan que la ciudadanía visite estos espacios con responsabilidad. «No es un paseo cualquiera, hay que respetar la montaña e ir preparado para visitarla», agrega Almeida. Parte de esto es que los turistas no lleven a sus mascotas, que utilicen ropa apropiada, que registren su ingreso y que vayan con guías especializados. (El Comercio)

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