El Cholo David Bravo y su partido de fe.

Tantos mediocampistas creativos han pasado por el Ídolo, pero los hinchas no dejan de evocar al Cholo, como es conocido cariñosamente el nacido en Junín, provincia de Manabí, porque hacía mover al equipo.

Pero a sus 59 años, aquellas emociones y alegrías que el balompié genera en él están pausadas debido al cáncer que ha golpeado a su familia. Este mal tiene postrado a su hijo mayor David. Y de remate, esta misma enfermedad se llevó a su nuera hace pocos días.

David Bravo entre le fe y el fútbol.

Sí, es así. Hay cosas que te pone la vida y ahora me ha tocado luchar duro, pero pidiendo la bendición de Dios para salir adelante. Muchas personas saben lo que está pasando mi hijo y lo que sucedió con mi nuera (falleció también de cáncer), pero hay que sacar fuerzas.

¿Cómo está la salud de su hijo?

Es un cuadro muy complicado. A mi hijo mayor David le salió un tumor que terminó siendo un cáncer en la garganta. La lucha es dura, pero hay que tener fe en lo que se haga. Le estamos pidiendo a Dios que le dé una segunda oportunidad.

El cáncer parece haberse ensañado con su familia…

Es algo terrible, la esposa de mi hijo también tuvo esta enfermedad en el colon, se complicó todo y falleció. Eso sí ha sido durísimo, pero le pedimos fuerzas a Dios para que nos dé su gracia y así estamos. Yo le digo a mi familia que no hay que renegar de nada. Tenemos fe que Dios puede hacer la obra en mi hijo.

¿Amigos se han hecho presentes?

Gracias a Dios se acordaron de mí. Esto va para largo. Se hizo una actividad con los excompañeros (del fútbol) en Guayaquil, pero estamos a la espera que Dios le dé una nueva oportunidad. Esto es durísimo, ver a mi joven hijo sin saber qué hacer, más la pérdida de su esposa.

Pese a la situación difícil usted todavía sigue en actividad.

Todavía juego con amigos, aunque ya no es al ritmo de antes. Ahora lo mío es más llevar a los chicos que están saliendo a un nuevo nivel. Estoy al frente de dos proyectos en las escuelas de fútbol de la Prefectura de Manabí y una escuela con Barcelona en Daule (Guayas). Eso me llena de ilusión y la idea es poder transmitir lo que aprendí y viví en las canchas.

El recuerdo de su paso por Barcelona no se va.

Es algo que se queda para siempre. La gente siempre quiere que le hablen del Barcelona de los 90, de la final de Copa Libertadores (ante Olimpia de Paraguay), de los compañeros que tuve y más cosas. Estar en Barcelona te marca la vida.

¿Cómo ve lo de compartir sus conocimientos con el balón?

Es una forma de retribuir lo que hicieron conmigo y darle con todo. La idea es muy buena y queremos sacar chicos para que tengan la oportunidad de mostrar que pueden llegar, pero lo primero es darle los conocimientos del fútbol. Y es algo que siempre me ha gustado. Cuando me retiré del fútbol en Delfín (1997), los hermanos Delgado me hablaron de un proyecto y me dediqué a eso. Por aquella razón me fui a vivir a Manta, pero igual tengo mi casa en Guayaquil.

¿Cómo son sus días fuera de las canchas?

Ayudo en consejería junto a mi esposa que es una pastora en la iglesia evangélica en Manta. Estamos encaminados en las cosas de Dios y es algo que me gusta. Le ayudo en lo más que puedo; me gusta el tema de la consejería y mis hijos (David, Lady, Joseph, Cinthia y Jair) también participan.

¿Algún cholito para el futuro?

Hay uno que puede llegar, pero hay que ver qué pasa. Tengo doce nietos y es una bendición tenerlos cerca mío. (Extra)

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