El gato de Assange no se encontraba en la embajada cuando fue arrestado

No está claro dónde o con quién vive el gato de Julian Assange ahora. Pero el felino no se encontraba en la embajada de Ecuador en Londres cuando su dueño fue arrestado por la Policía británica una vez que se le levantó el asilo.

Pero los reportes de medios europeos señalan que James salió de la legación diplomática hace unos meses. La embajada ecuatoriana había impuesto reglas al australiano en 2018, en las que se especificaba que debía encargarse del bienestar, alimentación, aseo y cuidado de su mascota.

Una periodista del diario italiano Repubblica visitó en noviembre a Assange en la embajada. Allí notó que «Embassy Cat» (El gato de la embajada) ya no estaba.

Reportó que el australiano prefirió «ahorrarle un aislamiento que se volvió insoportable y permitirle una vida más saludable».  En tanto que la agencia rusa de noticias Sputnik señaló este jueves 11 de abril de 2019 que funcionarios de la embajada ecuatoriana confirmaron que el gato fue retirado en septiembre de 2018 y trasladado a un hogar.

«No está aquí desde septiembre, si no me equivoco. Los abogados del señor Assange se lo llevaron hace mucho (…) No somos una tienda de mascotas, por lo que no tenemos animales aquí», dijo el representante de la embajada a Sputnik.

La agencia Reuters reporta hoy que Embassy Cat fue puesto a salvo y retirado de la sede diplomática antes de que el fundador de Wikileaks fuera detenido por la policía británica.

“Por lo menos el gato se salvó. Sí fue entregado, no sé si a un amigo pero salió ya de la embajada, posiblemente semanas antes” de que se terminara el asilo, dijo el abogado del activista australiano, Carlos Poveda.

Assange adoptó al tierno felino en mayo de 2016. El animal se hizo popular en las redes sociales y tiene cuentas propias en Twitter e Instagram.

Se lo veía seguido mirando por la ventana de la legación diplomática, luciendo una corbata de moda. El fundador de WikiLeaks con frecuencia posó con su mascota y publicó sus fotos, donde se lo veía jugando o siendo mimado por las visitas, entre ellas personalidades como el documentalista estadounidense Michael Moore. (El Telégrafo)

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