¿Aprendimos algo con los efectos de la pandemia en el medioambiente de Ecuador?

Mientras el virus confinaba a la humanidad, la naturaleza se regeneraba, la contaminación disminuía y los animales silvestres recuperaban espacios antes ocupados por las personas. Estudios mostraban, por ejemplo, que los niveles de polución en China, Italia y Estados Unidos descendían a niveles históricos.

Incluso, en Ecuador hubo una disminución del 49 % de gases efecto invernadero (212.324 toneladas de CO2 aproximadamente) en la primera semana de confinamiento. Para la segunda fue del 59 % (256.778 toneladas) y en la tercera semana se estimó una disminución del 60 % (264.138 toneladas), según el Ministerio del Ambiente y Agua (MAAE).

El consumo de combustibles fósiles como gasolina y diésel bajó debido a las restricciones vehiculares. Además, la contaminación acústica también disminuyó en el país.

Sin embargo, el confinamiento también favoreció a los traficantes de vida silvestre, a la deforestación y a las actividades extractivas, ya que los pocos controles que se hacían antes de la pandemia fueron nulos o escasos con la llegada del virus.

El MAAE retuvo 265 ejemplares de vida silvestre víctimas de tráfico entre enero y noviembre de este año: 204 ejemplares de flora, 27 aves, 24 reptiles y 10 mamíferos.

La cantidad decomisada en 2020 es menor a la de años anteriores, pero también se ha limitado el número de operativos. Los controles en el país han disminuido, no solo por el confinamiento, sino por el desmantelamiento de la autoridad ambiental.

Una vez que las restricciones se fueron levantando paulatinamente la polución volvió e incluso las oenegés alertan de que los Gobiernos, con tal de mejorar la economía, están dando o darán licencias ambientales a las industrias.

Verónica Arias, lideresa de la organización Coalición de Ciudades Capitales por el Cambio Climático y con amplia trayectoria ambiental, indica que es lamentable lo que ha pasado en el Ecuador este año. Habla de contaminación de ríos, deforestación en áreas protegidas y la expansión del modelo extractivista sin visión de futuro en áreas muy sensibles como el Yasuní.

Al principio de la pandemia había positivismo con la reducción de los niveles de contaminación, se demostró que se podía, pero el discurso no caló, ya que luego de la reapertura otra vez se incrementó. Hay prioridades e intereses económicos mundiales que se están anteponiendo a lo ambiental, al cambio climático, pero lo que estamos haciendo es un acto suicida”, dice.

En octubre pasado, se registró tala ilegal dentro de áreas protegidas como Manglares Churute, en Guayas. También hubo deforestación de grandes hectáreas de mangle.

Para Arias, el país debe iniciar un “proceso urgente de transición” a una economía verde, y que si se decide seguir explotando recursos como la minería y el petróleo se deben establecer salvaguardas ambientales para que haya una “real distribución de la riqueza”, aunque la corrupción en el país pone en duda el último concepto, según Arias.

Asegura que hay que aprovechar otras ventajas que tiene el país para cambiar la forma de producir a través de energías renovables: “Tenemos agua, sol, mar y una posición estratégica. Se necesita inversión, pero hay empresas dispuestas a hacerlo, aunque necesitan una dirección clara como país que les dé la seguridad para invertir”.

Con esto concuerda la expresidenta Rosalía Arteaga, quien forma parte de la lista de cien latinos más influyentes en la acción climática. Ella considera que Ecuador debe masificar el uso de transportes como la bicicleta y suprimir las fundas plásticas y sorbetes.

Además, debe impulsar el desarrollo de la energía geotérmica, que usa el calor almacenado en el interior de la corteza terrestre. Especialmente aprovechar los volcanes que hay en el país.

El 17 de diciembre pasado se conoció que una empresa española se encargará de un proyecto fotovoltaico, con una inversión estimada de $ 150 millones, que se ubicará en El Aromo, Manabí, en los terrenos donde se iba a construir la Refinería del Pacífico.

Otro punto negativo que ha dejado la pandemia, según Arteaga, es el aumento en el uso de mascarillas y protectores plásticos que están llegando a los océanos.

De hecho, activistas y organizaciones ambientales como Mingas por el Mar han informado, a través de redes sociales, que estos desechos están llegando a las playas del país y se suman a desperdicios como botellas y sorbetes que causan gran impacto en la fauna marina.

Aumentar el reciclaje y mejorar la recolección y tratamiento de desechos es una prioridad, dice Arteaga. (El Universo)

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