Asesino en serie mató a tres personas en Dayuma, a todos ellos los sedujo con trabajo

La paz de Dayuma se acabó cuando sus pobladores se enteraron de que entre ellos caminaba un presunto asesino en serie. Era Fabricio Ludeña, acusado de ser la mente criminal que golpeó, disparó, apuñaló y enterró a tres hombres a mediados de 2021.

Todos esos asesinatos lograron descubrirse luego de que se investigara un accidente de tránsito en el que Ludeña, de 34 años, estuvo involucrado.

Siete meses después, quienes lo recuerdan aún se sorprenden. Dicen que nunca dio ‘luces’ de ser un asesino. EXTRA estuvo en Dayuma, provincia de Orellana, para escarbar más sobre los crímenes.

Ludeña llegó de Loja hace diez años, según un pariente que prefirió no identificarse. “Era una persona normal. De vez en cuando saludaba conmigo, pero nunca conversamos algo íntimo”.

No se casó ni tiene hijos. Trabajó en algunas fincas y se dedicó al negocio del ganado. Generalmente se lo miraba por la calle principal de la parroquia, comprando en las tiendas o también se divertía en las fiestas de la comunidad, contó José Lucas, presidente parroquial.

Pero esa aparente normalidad se terminó el 15 de julio de 2021. Ludeña, alto y con corte de cabello militar, manejaba una moto Honda, en el kilómetro 25 de la vía El Auca. Antes de llegar a Dayuma, otra moto casi lo choca y, por esquivarla, el hombre se salió de la carretera.

Ludeña se lastimó la rodilla derecha y quedó tendido en la vegetación que flanquea el camino. Quienes lo vieron, corrieron a ayudarlo y la policía, al mirar el alboroto, fue a indagar.

El sospechoso, Fabricio Ludeña, es de Loja. Llegó a Dayuma hace 10 años.Cortesía

Los agentes se dieron cuenta de que Ludeña también estaba borracho. Él les admitió que se había ‘pegado’ unos tragos. Al tiempo, los policías buscaron los datos de esa moto roja para conocer su procedencia y supieron que era robada.

El accidentado fue detenido y en la investigación se demostró que ese vehículo era de Fabián Machoa, un campesino quichua que, hasta esa fecha, llevaba 45 días desaparecido.

Viaje mortal

El 1 de junio de 2021, Machoa había salido de su casa en la parroquia Armenia, en El Coca, a 22 kilómetros de distancia de Dayuma, para comprar una vela por encargo de su esposa, según Michael Tapuy, primo de la víctima.

Recorrió poco más de un kilómetro hasta una tienda, donde estaba Ludeña, a quien no conocía, a decir de Tapuy. El sujeto estaba bebiendo y ofreció un vaso de cerveza a Machoa, que no tomaba trago.

Uno de los moradores muestra la zona donde hallaron a los cuerpos.Karina Defas

El sospechoso le dijo al campesino que lo acompañara hasta Dayuma porque tenía un buen trabajo para él: cuidaría vacas, construiría cabañas y haría otras actividades agrícolas.

“La última persona en verlo fue su madre, a la que le contó sobre ese trabajo”, explicó Kléber Caiza, cabo de la Dinased que formó parte del equipo que indagó el caso.

Los dos hombres viajaron en la moto hacia Dayuma y cámaras de video los captaron. Primero, se veía a Machoa conduciendo. Luego es Ludeña quien maneja, con la víctima de copiloto, relató Tapuy.

Dos de las tres víctimas conocían directamente al implicado. Con la tercera, el sospechoso tuvo contacto, al parecer, en un solo día, en El Coca, capital orellanense.

Pero jamás volvió. Según las investigaciones, el campesino quichua fue apuñalado y luego enterrado (ver infografía).

El primo de la víctima cree que el implicado fue contratado como sicario. “Él ya fue amenazado de muerte por una pariente. Ambos tuvieron un problema por unos terrenos”.

Mientras la familia de Machoa ponía la denuncia por su desaparición en la Fiscalía de El Coca, Ludeña se paseaba en Dayuma con la moto del fallecido.

A esta tienda llegó Fabián Machoa por última vez, en Armenia, El Coca.Karina Defas

Un mejor trabajo

Luego de cinco días de la desaparición de Machoa, un hombre llamado José Espinoza se convirtió en la segunda víctima de Ludeña.

Espinoza trabajó en una finca, del kilómetro 17 de la vía El Auca, hasta el 6 de junio de 2021. Esa fecha, según el cabo Caiza, el campesino renunció a su empleo. “Le dijo al dueño que Ludeña le ofrecía estabilidad laboral y le subiría el sueldo”.

Espinoza salió de la finca para ir a su casa a desayunar. Subió a un bus, pero jamás llegó a su hogar. Cuatro días más tarde -según la Policía– lo hallaron muerto en una propiedad del barrio Nueva Unión, pero no estaba identificado. Su familia no lo sabía.

Los parientes no sospechaban que algo malo había ocurrido, porque el hombre solía trabajar lejos de Dayuma. No hace mucho regresó de Esmeraldas para cuidar de sus reses. Incluso, él había vendido tres vacas a Ludeña por 1.500 dólares, dinero que jamás cobró.

Sus actividades en el campo le dejaban tiempo para contactarse con su hija. Le encantaba mostrar sus fotos en Facebook.

Según el primo, las alarmas por su desaparición realmente se encendieron cuando unos vecinos llegaron hasta la casa para preguntar si habían visto a un hombre llamado Luis Pardo. “En ese momento nos preguntamos por su paradero (de Espinoza)”.

Los policías hacen rondas por la ciudad. Karina Defas

Un asesino serial

La mañana del 4 de julio de 2021, Luis Pardo salió a El Coca desde su casa, en el kilómetro 18 de El Auca. Su nuera le pidió que al regreso trajera pan.

Por la tarde, Pardo volvió a su vivienda. Dejó la funda de pan en la vereda porque estaba apurado. “Yo estaba adentro de la casa y mi papá se despidió levantando la mano”, recordó Stalin Pardo, hijo de la víctima. Subió a un bus y se marchó nuevamente.

Un testigo que lo vio por última vez informó a la policía que Pardo estaba caminando por el kilómetro 23 de la vía a Dayuma y que se encontró con Ludeña que estaba manejando una moto roja. Pardo se embarcó y nunca más se supo de él.

La familia llamó a los dueños de la finca en la que trabajaba y dijeron que tampoco había ido. Lo buscaron y luego de 13 días encontraron a Pardo sepultado en una propiedad de Nueva Unión.

Cerca de él también estaba el cadáver de Machoa. Hasta entonces, el primer cuerpo hallado, que era de Espinoza, pudo ser identificado mediante huellas dactilares.

El sospechoso mostró características psicopáticas al momento de, presuntamente, cometer los crímenes.

Con la localización de los cadáveres, se vinculó a Ludeña con esos crímenes, ya que todas las pruebas demostraron que él fue la última persona que estuvo con ellos antes de ser asesinados.

Según la policía, las muertes tuvieron un patrón similar: los tres fueron abordados con engaños para llevarlos a un lugar que el implicado conocía perfectamente, luego los mató y enterró. Por eso, es considerado como el primer asesino en serie de Dayuma.

Actualmente está detenido en el Centro de Rehabilitación Social de Archidona, en Napo, y pese a su encierro, el miedo que infundió en la parroquia no se ha ido.

La ‘chispa’ en el asesino serial

Armando Camino, jefe de psiquiatría del Club de Leones de Quito, dice que lo que impulsa a un asesino serial son los rasgos de personalidad que tiene. “Además de los acontecimientos que haya vivido”,

Y estos factores generalmente son los que enciende esa ‘chispa’ criminal en estas personas. Además, ellos no buscan una satisfacción económica sino algo personal.

La característica de un asesino serial es que son personas frías, aparentan normalidad con el trato hacia los demás, como lo demostraba Fabricio Ludeña. “Tienen una característica de dominación, imposición y poder”, refiere el experto. (Diario Extra)

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