Los restos del cohete chino cayeron en el Océano Índico.

El cohete chino Long March 5B que se encontraba fuera de control y mantenía en vilo a todo el mundo, regresó de este domingo a la atmósfera y se desintegró sobre el Océano Índico, cerca de las Islas Maldivas.

Desde el continente, se registraron imágenes sobre Omán, Israel y Arabia Saudita que mostraron los restos de la nave reingresando a la Tierra. Hasta último momento, se desconocía el lugar donde iba a caer.

Se trata de un gran segmento del cohete chino que regresó este domingo a la atmósfera, según anunció la agencia espacial china tras una serie de especulaciones sobre dónde caería el objeto de 18 toneladas.

La Oficina de Ingeniería Espacial Tripulada de China indicó las coordenadas en un comunicado y agregó que la mayor parte de este segmento se desintegró y se destruyó al entrar en la atmósfera. “Después del monitoreo y análisis, a las 10:24 (0224 GMT) del 9 de mayo de 2021, los restos de la última etapa del vehículo de lanzamiento Long March 5B Yao-2 han vuelto a entrar en la atmósfera”, precisaron.

Anoche, desde la cuenta Space-Truck, que utiliza datos de Estados Unidos, y desde donde se seguía en vivo el recorrido del cohete, confirmaron: “Todos los demás que sigan el reingreso de # LongMarch5B pueden relajarse. El cohete ha caído”. Acto seguido, transmisión del evento terminó.

El último 29 de abril, China lanzó el primer módulo para su estación espacial Tiangong que se puso en órbita con éxito. No obstante, el cohete que lo llevó allí corrió la misma suerte: una gran parte de la nave Long March 5B se encontraba en órbita fallida. El riesgo de causar daño en la Tierra, según China y varios expertos, era mínimo, aunque no nulo.

Según las últimas estimaciones del Departamento de Defensa de Estados Unidos, la entrada en la atmósfera debería ocurrir hacia las 23 GMT (20 en la Argentina) del sábado. Pero esta previsión tenía un importante margen de error de nueve horas.

El astrofísico Jonathan McDowell, del Centro Astrofísico de la Universidad de Harvard, había dijo al medio estadounidense CNN que señalar hacia dónde podrían dirigirse los escombros “es casi imposible en este punto debido a la velocidad a la que viaja el cohete”, incluso con cambios leves en las circunstancias que cambian drásticamente la trayectoria.

“Esperamos que vuelva a entrar en algún momento entre el 8 y el 10 de mayo”, había agregado McDowell. “En ese período de dos días, [el cohete] da la vuelta al mundo 30 veces. La cosa está viajando a unos 29.000 kilómetros por hora, así que si estás a una hora de adivinar cuándo caerá, estás a 30.000 kilómetros de decir dónde”, detalló. En este contexto, el océano seguía siendo la apuesta más segura sobre dónde aterrizarían los escombros, porque ocupa la mayor parte de la superficie de la Tierra.

La explicación de China

Tras un largo silencio de las autoridades espaciales y diplomáticas chinas, Pekín reaccionó finalmente el viernes. “La mayoría de los componentes (del cohete) se quemarán y destruirán al entrar en la atmósfera”, aseguró el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin. “La probabilidad de causar daños a las actividades aéreas o (a las personas, construcciones) en tierra es extremadamente baja”, había dicho durante una conferencia de prensa.

Los medios de comunicación chinos daban este sábado una cobertura mínima del acontecimiento, y se limitaban a reproducir las palabras del portavoz de la diplomacia.

“Los escombros de cohetes son comunes, es probable que caigan en aguas internacionales a pesar de la publicidad occidental de la amenaza espacial de China”, tituló el diario chino Global Times. El texto apunta a una “exageración” desde Estados Unidos y Europa frente al temor de una avanzada de la tecnología asiática.

“A pesar de las preocupaciones del Departamento de Defensa de Estados Unidos, los expertos de la industria creen que no vale la pena entrar en pánico por la situación”, sostuvo la prensa china, citando a Song Zhongping, experto aeroespacial y comentarista de televisión. Wang Ya’nan, editor en jefe de la revista Aerospace Knowledge, agregó que las autoridades espaciales de China consideraron cuidadosamente el desarrollo de la caída de escombros de cohetes desde la fase inicial de diseño del cohete y la elección del sitio de lanzamiento, hasta la actitud de despegue del cohete y su trayectoria.

“Es un viejo truco utilizado por potencias hostiles cada vez que ven avances tecnológicos en China, ya que están nerviosas”, destacaron en Global Times. China inició una intensa etapa de construcción del primer proyecto de estación espacial del país con el lanzamiento de la cabina del módulo central de Tianhe. El gobierno estableció una apretada agenda de 11 lanzamientos para los próximos dos años, y se calcula operativa para 2022.

Antecedentes

En 2020, desechos de otro cohete Long March se estrellaron sobre aldeas de Costa de Marfil, provocando daños, pero sin dejar heridas. Y el laboratorio espacial Tiangong-1 se desintegró al reingresar a la atmósfera en 2018, dos años después de dejar de funcionar, aunque las autoridades chinas negaron haber perdido el control de la nave.

China ha invertido desde hace varias décadas miles de millones de dólares en su programa espacial. El gigante asiático envió a su primer astronauta al espacio en 2003. Una sonda china se posó en el lado oculto de la Luna en 2019, una primicia mundial. El año pasado, trajo muestras de la Luna y terminó Beidu, su sistema de navegación por satélite (competidor del GPS estadounidense). Y en las próximas semanas, Pekín prevé posar un pequeño robot con ruedas en Marte. Además, la agencia espacial china anunció su intención de construir una base lunar con Rusia.

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