MANABÍ | Antonio López, el señor de las roscas de Montecristi

El horno de barro que tiene Antonio López tiene forma de domo. El calor por la quema de leña envuelve 24 latas, cada una con 150 roscas de harina.

Antonio López tiene 74 años y aún cada día, de lunes a viernes, a partir de las 03:00 guía a cuatro colaboradores que amasan una historia entrañada en Montecristi, no tanto ligada a los sombreros finos ni a Eloy Alfaro, pero sí una que goza de un destacado sello de identidad.

Agua, manteca, mantequilla, sal y mucha paciencia son ingredientes de la receta que predomina en el horno de leña, en donde también elaboran roscas de chocolate, suspiros, trenzas y galletas de almidón.

De todos sus años, Antonio ha dedicado unos 60 a elaborar pacientemente las roscas, que son consumidas acompañadas de queso y de una buena taza de café o untadas con cremas agrias o dulces, como las disfrutan los “buenos manabitas”, exponen los comensales.

El oficio de hacer roscas de harina lo aprendió Antonio hace ya seis décadas de la mano de su tocayo Antonio Farfán Alvarado, quien sería el primero que comenzó a preparar estas delicias.

“Él era mi padrino y me dijo ‘Si usted quiere aprender a hacer roscas buenas, pues hágase un horno de barro para que las cocine con leña’, y yo le hice caso”, dice Antonio, quien además de vender los bocados en su casa situada en la calle 5 de Junio, también ha puesto vitrinas en calles de Montecristi.

Arol Farfán es uno de los cuatro colaboradores de Antonio, y quien a las 03:00 participa de la elaboración de las roscas en una jornada que puede finalizar a las 14:00. Señala que para elaborar 150 roscas requieren de 4 litros de agua, 6 libras de manteca, 120 gramos de vegetal amarillo, 120 gramos de sal, 320 gramos de levadura y dos libras de mantequilla.

En el interior del horno de barro se ubican 24 latas en cada parada, como Antonio llama a cada turno. Al día son seis, con una producción de unas 21.600 unidades de roscas.

Luego de 30 minutos de hornado se retiran las latas y se las deja en reposo otros 30 minutos, para luego colocar varias en fundas que se comercializan en $ 0,50 y $ 1.

El producto es tan consumido que ya ha traspasado fronteras, pues algunos manabitas llegan a adquirir las roscas para enviarlas a Estados Unidos, España, Italia y otras naciones. (El Universo)

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