Tres informantes revelaron detalles del secuestro de equipo de prensa

Nuevos detalles se conocen en torno al secuestro y asesinato de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra. Durante la investigación, la Fiscalía colombiana recogió las versiones de tres personas.

Sus relatos coinciden y con esos detalles los investigadores de Colombia identificaron a los milicianos que dirigieron y participaron en el plagio en Mataje y el posterior crimen.

Uno de los testigos contó que alrededor de las 10:00 del lunes 26 de marzo, tres hombres fueron vistos mientras eran sacados de una casa de dos pisos, ubicada en el poblado ecuatoriano de El Pan, a donde habían sido llevados.

Con ellos estaba alias ‘La Pica’, un miliciano del grupo armado Óliver Sinisterra. Él los hizo subir en una camioneta, en cuyo interior se encontraban otros tres armados.

El grupo se dirigió a una zona llamada La Mina y “desde allí arrancó una lancha con las tres personas que habían recogido en El Pan”. Hasta ese momento, los testigos no sabían que se trataba del equipo de prensa. Ese mismo día, por la tarde, 24 hombres y mujeres vigilaban una finca del recinto colombiano Las Brisas, en Tumaco.

El que controlaba el sitio era alias ‘Pitufo’, un segundo cabecilla del grupo ilegal, después de alias ‘Guacho’. ‘Pitufo’ ordenó que todos se formaran. Los milicianos presenciaron la llegada de los tres y notaron que iban custodiados por alias ‘Cherry’.

Él los entregó a ‘Pitufo’, quien los recibió con estas palabras: “A partir de ese momento pasan a ser prisioneros de guerra”. Allí, todos los milicianos se enteraron que se trataba de periodistas y del conductor de este Diario. No hay coincidencia sobre el tiempo que duró el cautiverio, antes del crimen.

Pero los testigos coinciden en que durante el secuestro, los periodistas fueron llevados de un poblado a otro y que incluso los escondían en fincas de gente que colaboraba con las FARC.

Uno de los sitios está en Quejuambi Feliciana, un poblado de Tumaco. Desde ese punto los trasladaron a una zona cercana llamada La Corozal, en donde vive la familia de alias ‘Reinel’, ahora detenido.

Justo frente a la casa del hermano de ‘Reinel’ había una vivienda de madera, de dos plantas, que estaba abandonada. En ese lugar se quedaron tres noches.

Luego partieron a otro poblado fronterizo de Colombia llamado Azúcar. Allí, los tres fueron escondidos en casa de otra familia vinculada con el negocio del narcotráfico. En ese lugar se habría grabado uno de los videos que constituyeron la prueba de vida del equipo. En el video aparecen encadenados.

Y quien compró las cadenas fue identificado con el alias de ‘El Loco’, un hombre de unos 50 años, que tiene nexos con las mafias que elaboran cocaína en el sector de Llorente.

Alias ‘Pitufo’ ordenó que compraran las cadenas en esa zona colombiana. Este miliciano fue quien instruyó a Javier Ortega sobre lo que debía decir en el video. Unos días después, los profesionales y sus custodios se movilizaron 3 kilómetros hacia una zona cocalera y ahí durmieron dos noches.

Entre el 7 y 10 de abril, los custodios recibieron la orden de llevar a los periodistas de nuevo a Quejuambi. En el sitio se encontraban alias ‘Pitufo’, ‘Gringo’ (tercer cabecilla), y ‘Macri’, otro jefe.

Los periodistas y el conductor fueron subidos en un bote junto con tres armados. En otra lancha iban más milicianos. Con ellos también estaba un cuarto secuestrado.

Una noche, mientras llovía, los milicianos iluminaban con linternas un camino en la selva. Cuando llegaron a un sitio, en Los Cocos, alias ‘Gringo’ ordenó que los tres trabajadores de este Diario permanecieran allí.

Los testigos contaron que en ese momento fueron asesinados. Dispararon ‘Gringo’, ‘Macri’, ‘Chuky’, ‘Perú’ y otros dos que no han sido identificados. Luego un jefe ordenó recoger los cuerpos.

A las 13:00 del 11 de abril, cuatro cadáveres fueron llevados al salón de la Junta Comunal de Puerto Rico, en Colombia. La población vio que horas después los subieron en dos camionetas y se los llevaron. La cuarta víctima, según un testigo, era el primo de ‘Guacho’. Uno de los informantes ubicó el sitio donde los enterraron, por la numerosa presencia de armados. (El Comercio)

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